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Ferrán Ortega Montenegro

El comienzo...

Actualizado: 20 nov 2019

El comienzo no es nada fácil, pues primero te das cuenta de lo raro, fuera de norma: lo específico que es aquello que te gusta. A mi, el fisicoculturimo.


No es medicina, no es negocios, no es alguna ingeniería. No compartes nada de qué hablar en cuanto a carreras con tus amigos o conocidos en fiestas o reuniones.

No es historia del arte, ni música, ni paleontología, que aunque menos populares siguen siendo carreras que te hacen sentarte en una banca ciertos días en la semana, tomar apuntes y realizar exámenes.


La gente asiente con la cabeza y finge sorpresa cuando explicas que haces, hacen algún chiste al respecto y te comentan de algún pariente o amigo que también va al gimnasio. Se acabó la conversación y la gente vuelve a comentar con alguien más algo conocido.


Me sentía rechazado, solo, que tal vez no estaba trazando yo mi camino pero que en vez, estaba caminando hacia atrás.


Intentaba convencerlos, convencer a la gente que lo mío tenía futuro, que grandes mujeres y hombres que habían hecho de su vida lo que yo practicaba. Daba igual, más avionazos y un par de chistes es todo lo que obtuve.


Después de años, me di cuenta que no los estaba intentando convencer a ellos, más bien me intentaba convencer a mí mismo de lo que estaba haciendo.


Es difícil por eso mismo. Te la tienes que creer tú antes de que lo crea nadie.


The beginning isn’t easy by any means. Because all in all, you realize how odd, outta norm and how specific your passion is. How so few find it interesting and attractive. For me, bodybuilding.


It’s not going to med or law school, or some engineering field.


You have nothing to talk about with friends or people you know at meetings or parties.

It’s not art history, music, or paleontology, that altho less popular, are still roads in life that force you to sit in a bench some days a week, take notes and do exams.


People nod and pretend surprise and amusement when you explain them what you do, they do some kind of joke about it, and tell you about a friend or relative who’s buffed and hits the gym just like you. End of the conversation and people go back to talking with someone else about something more familiar.


I felt rejected, alone, that maybe I wasn’t carving my own path, but walking backwards.

I tried to convince them, to convince people that my passion had a vision, that it had a way and important and transcending men and women had devoted their life to this same thing I practiced.


It didn’t matter, a couple of more jokes and fake smiles and approval found their way.

After some years of certain resentment and anger, I realized I wasn’t convincing them of my thing, I was convincing myself of my own dream.


That’s the hard part, YOU need to believe in yourself, it’s irrelevant whereas someone else does or not.


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